miércoles, 10 de diciembre de 2008
Don Quijote y Sherlock Holmes se fusionan.
Se vuelve fascinante y divertido pensarlo así, pero dista mucho de la verosimilitud. El detective en cuestión debe haber sido algún ex agente que encontró mejores ingresos laburando por su cuenta. Si fuese literatura, el hombre hubiera dejado de trabajar para la policía porque es un ser un poco asocial, superior intelectualmente a la capacidad de cualquier comisario, y ante todo, un personaje indescifrable. Este investigador era muy diferente. Lo sé porque lo llamé por teléfono, y luego de que haya atentido diciendo 'Detective privado', le confesé con voz en neutro 'alguien se ha comido mi pastafrola...'. Esperé que se tomara el caso en serio, pero con tono de taxista porteño (a la vez realista e irónico) me contestó:
-Ah, se comieron la pastafrola...
- [en neutro] Pudo haber sido mi abuelo...
- Ah, fue el abuelo...
-No, no sé si fue él, pero quiero que usted lo averigüe.
Me colgó. Hubiera estado bueno que se tomara el caso más en serio. Una pastafrola significa mucho para gente como yo. Se me viene a la cabeza una cocina, en ella el detective y sobre el suelo unas migas encerradas por un círculo de tiza. Una empleada tratando de pasar el trapo y él suplicando 'No limpie la escena del crimen, o voy a terminar pensando que fue usted'. Un Quijote del 2008.

viernes, 5 de diciembre de 2008
Locura de amor: la erotomanía

Se trata de un trastorno puramente romántico, en el que una persona se llega a enamorar exageradamente de otra que no la corresponde. También se lo conoce como síndrome de Clérambault.
Por Cristian Domínguez.
Normalmente, según el poco conocimiento que los hombres tenemos sobre el sexo femenino, una mujer se sentiría bien si recibe un poema y un ramo de flores. Sin embargo, su reacción sería otra si en vez de encontrarse frente a esto, se diese cuenta de que la persona no solo se tatuó su nombre, sino que también tiene cuatro remeras con su rostro, videos no autorizados de ella entrando y saliendo de su casa, la última botellita de agua que usó en el entrenamiento de hockey, y como si fuese poco, las letras de su nombre hechas con los desperdicios de su sacapuntas. Probablemente, la primera palabra que utilizaríamos para describir este sentimiento es “obsesión”, pero existe otra mucho más técnica y específica: erotomanía.
Se trata de un trastorno mental en el que una persona mantiene la creencia ilusoria de que otra persona, generalmente de un estatus social superior, está enamorada de ella. A través de sutiles métodos, como la posición del cuerpo, el orden de objetos en una casa, o simplemente, los gestos y la manera de expresarse, quien la padece llega a creer que es el otro quien está enamorado de él y lo considera iniciador de esa relación ficticia. Cree intransigentemente en que es necesitado por el otro para poder vivir, y si recibe una respuesta negativa, argumenta que se debe a que la otra persona aún no sabe que posee sentimientos extremadamente pasionales que pronto estallarán.
Esta ilusión de amor correspondido se divide en dos principales tipos de casos. En los primeros, llamados “puros”, el trastorno ocurre repentinamente, de un día para el otro, en un proceso de rapidez considerable y no se presentan otros síntomas. Por otro lado, en los casos secundarios, la enfermedad tiene comienzos insidiosos y trae síntomas de desorganización, como la esquizofrenia. El narcisismo, el histrionismo, el aislamiento social, o bien respuestas agresivas son otros de los efectos producidos.
La teoría fue desarrollada por el psiquiatra francés Gatian de Clérambault en 1921, luego de haber realizado extenuantes trabajos y estudios combinados con el análisis de 5 casos diferentes. Aunque sus conclusiones generaron controversia en distintos psiquiatras y clínicos de la época, hoy en día el “Síndrome de Clérambault” es totalmente reconocido y aceptado. De alguna manera u otra, la humanidad todavía no comprobó si el amor verdaderamente existe o si es simplemente una reacción química en el cerebro.
Aun así, el hecho es que demasiadas personas han llegado a realizar verdaderas locuras por móviles que a muchos nos resultan incomprensibles. Esto significa, en otras palabras, que la empatía no es posible en cuanto se refiera a entender un sentimiento ajeno. Lógicamente, nuestras acciones no deben superar ciertos límites establecidos por la moral de la sociedad, pero en varias oportunidades, si se considera psicológicamente inadaptado al agresor, la pena no existe porque prevalece el principio de que los locos no tienen responsabilidad sobre sus actos.
Un caso famoso
Un ejemplo claro de esto fue el intento de asesinato al presidente americano Ronald Reagan en 1981. Este ataque revivió en la memoria colectiva la muerte de John Fitzgerald Kennedy, dieciocho años antes. Sin embargo, lo que se escondía detrás de semejante hecho histórico, no se relacionaba en lo más mínimo con política. Más bien, la historia de un erotómano llamado John Hinckley Jr. loco de amor por la actriz Jodie Foster. Hinckley, después de haber visto la película Taxi Driver, sufría de una extrema obsesión por la actriz, que en el film interpretaba a una prostituta de 12 años. Tan fuerte era su locura, que el maníaco se había mudado a Connecticut solo para estar cerca de ella. La llamaba frecuentemente por teléfono y deslizaba debajo de su puerta poemas que él mismo escribía. Cierto día, con el fin de impresionar a Foster y establecer su figura en un nivel donde todos lo recordarían, disparó 6 tiros contra el presidente Reagan cuando éste salía de un hotel. A pesar de haber fallado, Hinckley no intentó escapar. Al año siguiente, durante el juicio, no fue hallado culpable por estar psicológicamente enfermo.
La erotomanía en el arte
Asimismo, el síndrome de Clérambault resulta completamente útil como inspiración desde el punto de vista literario. Aunque en el siglo XVII se trataba de un “trastorno general causado por el amor no correspondido”, la erotomanía está presente hasta en la literatura clásica. De hecho, el Quijote de Cervantes tiene una obsesión con Dulcinea, un amor que lo fuerza a luchar contra unos molinos de viento porque cree que estos son guerreros que lo quieren apartar de ella. También, en “Amor Perdurable”, del ganador del Booker Prize Ian McEwan, un científico se ve acosado por un erotómano que lo sigue bien de cerca. Como si fuera poco, el séptimo arte trató igualmente este tema, a través de la película francesa “À la folie... pas du tout” con la genial Audrey Tautou. En ella, el personaje de Tautou es una artista plástica
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que pocas veces tuvo contacto, y lo acosa de tal manera que logra generar en él desbordes y crisis hasta el punto de hacerlo enloquecer.
(NOTA DE OPINIÓN)
La condena del erotómano
El hecho de que el síndrome de Clerámbault sea un trastorno puramente emocional, convierte a la erotomanía en un difícil desafío de resolver para los propios doctores. A pesar de que no existan muchos casos alrededor del mundo, es indudable que se trata de una tarea casi imposible eliminar un sentimiento humano en otra persona. Dicho de otra forma, el psiquiatra debe convencer al paciente de que deje de amar.
Realmente, cualquier método científico y demás es puramente innecesario. Tal vez las diversas clínicas en Europa y en Estados Unidos cuenten con mejores recursos y tecnología que sus semejantes en países en vías de desarrollo. No obstante, eso no hace diferencia alguna, pues un sentimiento tan fuerte solo puede ser removido por quien lo padece. El interrogante que se plantea es, entonces, si los institutos psiquiátricos verdaderamente están capacitados para lograr cumplir con su objetivo. Estos manicomios son conscientes de que es casi imposible. En la mayoría de los casos siempre se obtiene un fracaso como resultado y los pacientes, que no se curan, viven encerrados hasta el resto de sus días. En consecuencia, los institutos asumen otra función: la de alejar al paciente de la sociedad no para que se recupere, sino para prevenir que cometa alguna locura contra el orden público. Es decir, se asemejan totalmente a una prisión, condenando a los románticos, implícitamente, por cometer un terrible crimen: el amor.
Estas personas presentan tan grave nivel de locura y amor que ni los mejores oradores pueden convencerlos de lo contrario. La tarea del médico es nula, y la permanencia de estas víctimas en los institutos es confusa. Las normas y moral impuestas por la sociedad civilizada no propician una solución al hecho. La manera en que vivimos, la forma en que nuestros deseos, amores, gustos, ambiciones y odios se sustentan en objetos y espacios materiales (en este caso, las clínicas psiquiátricas) no da una salida concreta a este problema. La erotomanía es la lucha constante por algo que no se consigue. Posiblemente, el único remedio posible para los erotómanos sea el mismo paso del tiempo, que con suerte arrastrará consigo los sólidos estertores de pasión y ternura existentes.

sábado, 27 de septiembre de 2008
'El Anticuario'
Bajamos del auto a tres cuadras del cementerio. A mi mamá no le gusta acercarse a los cementerios, pero este restaurant se veía lindo y nos lo habían recomendado. Quedaba sobre Bernardo de Yrigoyen, en una de las zonas más lindas de Mar del Plata. Durante esta época del año, se vuelve muy agradable acercarse al puerto y experimentar ese clima melancólico a historias por contar, a amor perdido en algún lugar remoto, mezclado con las imágenes de barcos que llegan, lloran unas lágrimas y vuelven a despedirse. Ese es el gusto delicioso que la ciudad me deja durante el año. En plena temporada, el gusto se parece más a aquel de miles de turistas ensuciando la peatonal con la farándula programando escándalos para que el público los consuma. Si me dan a elegir, a Mar del Plata la prefiero fría y primaveral.
‘El Anticuario’ por fuera era de paredes bordó y puerta verde. Al entrar, un hombre de unos 50 años nos recibió y nos asignó un asiento. La calvicie había triunfado en su cabeza, vestía de negro y hablaba con una voz grave y tono educado. Decidí llamarlo César, y me reí por dentro. Nos sentamos en uno de los boxes al estilo americano. Alrededor mío, yacían decenas de objetos en desuso que alguna vez habrán servido a mucha gente. Había balanzas, barriles de cerveza, publicidades de mitad de siglo mezclados con objetos del mundo acuático. Naturalmente, no se me hizo difícil entender el porqué del nombre del lugar.
Mientras yo infantilmente me sacaba la campera y la desparramaba por el asiento, César llegó con los menús y una serie de recomendaciones que bien supo pronunciar. Nos explicó sobre diferentes tipos de pescado y lo chiquitas que habían venido las anchoas este año. A la hora de elegir las ensaladas, el mozo me sorprendió una vez más con su léxico, pues en vez de mezclarlas, César las ‘transpolaba’. Sin embargo, y a pesar de la complejidad de peces y animales marinos, yo fui intransigente a la hora de pedir la cena: carne.
Entre los comensales solo nos contábamos nosotros, un matrimonio, y otras dos personas que estaban en la mesa de en frente. La mujer (llamada Graciela en mi imaginación) no lograba que sus operaciones, arreglos, vestimenta y maquillaje la hicieran parecer menor que el mozo. Recorría los 60 años y estaba acompañada por un joven de unos veintitantos, vestido de traje, rubio y con pinta. Un contraste fuerte. Me adhiero a la revolución sexual, no me molesta ver que la gente combine edades y sexos, pero aun así, nunca dejo de sorprenderme.
Llegó César a la mesa con nuestros platos. En este tipo de restaurants, no es posible pedir ‘carne’. Se trata de revisar la carta y buscar lo más parecido, porque siempre te dan la carne mezclada con muchos condimentos y cosas raras. En mi caso, la carne vino envuelta en algo así como una galletita gigante que no tenía gusto a nada. Apenas se veía la carne. Mi primera reacción fue: ‘me escondieron el pedido!’. En cambio, el postre lo disfruté muchísimo. Fondue de chocolate. Mojé frutillas y bananas ahí y por momentos fui la persona más feliz del universo. Me manché la camisa, pero no importó porque lo hice por la causa. La causa del chocolate. Mientras yo lloraba de emoción por la fondue, en la mesa de en frente traían la cuenta, y cuando César se acercaba con el ticket, el joven se excusó y fue al baño. Llegó más tarde, fingió haber ignorado el detalle de que hubo que pagar, y Graciela le entregó un regalo. Me dio pena por la pobre viejita, pero me puse a pensar y me di cuenta de que los dos salen ganando de esa relación. Cada uno tiene algo que el otro quiere. Es por eso que los barcos llegan a Mar del Plata, que los restaurants están abiertos y gracias a esto, yo puedo escribir en mi blog.

lunes, 14 de julio de 2008
¿Será que crecí?
Procuré no despertar a mi vieja, y sigilosamente comenzé a vestirme. En el baño cerré la puerta, para que ella no escuchase el caer del agua fría al lavatorio. Cansado, me observé en el espejo. Llevaba días sin afeitarme, mi flequillo de tendencias revolucionarias (pues siempre se va hacia la izquierda) estaba incontrolable, y por último tenía bolsas sobre los ojos. El reflejo de mi mirada apuntaba directo hacia mis ojos que, con una expresión agotada, pedían que me retracte y vuelva a la cama. Pero desobedecí.
Me dirigí hacia la entrada y la luz que atravesaba las ventanas era prometedora. Celestial, y acompañada por el cantar de algunos pájaros, teñía de amarillo cada objeto del living. Era precioso. Casi nunca me detengo a ver de cerca este humilde espectáculo. Considero que fue una pequeña recompensa a mis esfuerzos por levantarme de la cama.
Una vez en la calle, me sorprendí al encontrar tan poca gente rondando Crámer. Seguramente, todavía estaban durmiendo, o probablemente, haciendo ruido con las hermanitas del piso de arriba. Caminé hasta Juramento y bajé media cuadra. Ya desde lejos prestaba atención al logo de Carrefour, que ahora que descubrí que en verdad es una letra "C", no me canso de verlo.
Entré al supermercado con un objetivo claro. Estos últimos días, me urgió la necesidad de independencia. De repente me entraron ganas de hacer más cosas por mí mismo, lo cual atribuyo a la inminencia del hecho de que estoy creciendo. Pero yo no lo noto. Ya que convivo conmigo todo el tiempo, y es impensable para mí notar cambio físico alguno, decidí que podía madurar de acciones. En otras palabras, la alteración puede radicar en mi mente y en mis actitudes. De ahí que quiero aprender a cocinar, y por eso busqué los ingredientes para la chocotorta. No los encontré. Ni en Carrefour ni en el mercadito de Echeverría y Conesa. Recién tuve que ir al que está al lado de la vía, donde algunas galletitas me vinieron semi-partidas.
Cuando volví a casa, me preparé un café y desembolsé los productos. Lavé unos viejos recipientes, que a pesar de no haber tenido uso acumularon mucho polvo, y puse los elementos sobre la mesa. Luego de un rato, ya había terminado, y metí todo al freezer.
Perfecto. Yo había hecho todo mi esfuerzo y hasta cociné con amor, porque me dijeron que lo tenía que hacer así. Si el resultado era malo y completamente indigerible sabía que la culpa recaería directamente en mí. Ninguno de los productos había expirado. En caso contrario, si la torta salía rica, yo estaría feliz.
Había arreglado con mi mamá ver un documental sobre el Che a las 5. Ya eran las 5. Mientras ella se acomodaba en el sillón y prendía la tele, yo sacaba mi experimento del congelador. Estaba durísimo, no podía cortarlo. Lo metí al microondas 20 segundos. Lo corté en pedacitos y lo serví. Me felicitó.

sábado, 10 de mayo de 2008
Rambo es cotidiano y hace todo por amor.

Rambo se preparaba para su última misión: media docena de huevos, 1 paquete de Siempre Libre, 1 kilo de papas y un repasador nuevo. Eligió un changuito (el anteúltimo de la fila, pues pensaba que el último traía mala suerte) y las puertas corredizas se abrieron ante él. Apenas puso un pie en el supermercado, un guardia de la seguridad privada, mal afeitado y con aspecto de insatisfecho, lo detuvo. No estaba permitido entrar al lugar con el torso desnudo.
-Loco, no te dejan comprar en paz...- se quejó Rambo, mientras una anciana comentaba con su esposo el "polémico" desencuentro con la autoridad a medio metro de distancia .
Después de unos minutos, el retirado héroe volvió con una remera que decía "Hard Rock Cancún". Caminó con bronca hasta pasar del otro de la caja y trató de recordar qué debía comprar. Lo había olvidado, y se arrepintió de haber discutido con su esposa para que no se lo anotara todo en un papel. Con vergüenza y la cabeza cabizbaja, sacó su anticuado handy del bolsillo y se comunicó con su mujer. La dura pero breve conversación terminó con un "En casa hablamos, cambio y fuera".
Recorrió las góndolas con detenimiento. Se topó con señoras embarazadas, ancianos, padres de niños chiquitos, jóvenes enamorados, adolescentes con acné. "Todo un mundo" pensó. Tuvo que elegir las toallitas femeninas correctas entre las tantas, de diversos colores, tamaños, marcas, de diferente absorción y de diferente forma. Optó por las más económicas, que encima de baratas traían un cepillo de dientes de regalo. La elección del repasador planteaba otro desafío. ¿Por cuál debía optar? ¿El que tenía bordado lo que parecía una playa, el que era liso, o el que con letras en cursiva leía "Amor y cocina"? Prefirió el liso. Era el que más posibilidades tenía de gustarle a Claudia.
Sin embargo, el verdadero problema surgió cuando llegó a la sección de "Verduras y otros alimentos". Los precios se habían disparado. Eran tiempos difíciles, de desabastecimiento e inflación, y como si fuese poco, Rambo estaba casado. En otras palabras, este hecho lo ponía contra las cuerdas de la indecisión. Por un lado, si no compraba los alimentos, su señora se enojaría con él por no haber cumplido con los mandados. Por otro lado, si Rambo en efecto cumplía con los mandados, Claudia lo recibiría con mala cara por el terrible gasto de dinero. Él había enfrentado poderosos ejércitos, le había hecho frente a comunistas, asiáticos y guerrilleros. Aún así, temía equivocarse y tener que soportar una reprimenda de severos minutos en su propia casa. Su inteligencia le propuso una idea a considerar, que finalmente aceptó. Una infantil y vieja mentira, que lo sacaría del apuro: "Mi amor, no habían más papas". Juntó solamente los huevos y fue a pagar.
Para su sorpresa, en la eterna cola hacia la caja, un amigo del ambiente lo fue a saludar.
-¡Rambi!-
-¡Superman!- repuso "Rambi" con su mejor cara de alegría.
-Tanto tiempo... ¿qué es de tu vida?- preguntó el otro superhéroe con los calzoncillos arriba del pantalón.
-Ahí andamos, en la lucha... armada. ¿Vos qué hacés acá en el Wal Mart?- inquirió el cotidiano Rambo.
-Nada, vine acá con mi señora que no sé qué quiere... un juego de copas o algo. ¡Estás viejo hijo de puta, eh! ¿Sabés algo de Batman?
-Hablé el otro día con Alfred... me enteré que se pasó al otro bando...
-¿Al de los malos?
-No, parece que la mujer lo encontró en la cama con Robin... Terrible.
Era notorio cómo los dos habían bajado la voz al hablar de este tema. Tal vez se avergonzaban de su amigo, o tal vez no querían que nadie los escuchara. De cualquier manera, ambos estaban contentos de volver a verse. Al escuchar el episodio de los huevos y las papas, Superman fue solidario "Cualquier cosa que necesités vos sabés que me pedís, eh? Una mano siempre te puedo dar" y las mejillas de Rambo se pusieron coloraditas. De caradura que era, se fue un segundo a buscar las papas y las puso en la canasta de su amigo. Éste se sintió un poco ofendido por semejante acto, digno de un chanta, pero igualmente pagó por él.
Rambo y Superman no volvieron a verse. Pero Claudia, al menos, fue feliz por un rato.

viernes, 4 de abril de 2008
Cine Idiomático (en español y con subtítulos para mudos)

Un idioma, a través de los años, sigue siendo el mismo en esencia, pero es indudable que sufre diferentes modificaciones y genera muchos nuevos dialectos. Sin embargo, podemos decir que el español, además de estar mutando, se está degenerando. La importancia que los jóvenes otorgan hoy en día a la gramática es casi nula, y no se dan cuenta de que nuestra lengua es la más mejor. En consecuencia, la Real Academia Española (RAE) ha decidido producir una seguidilla de películas que tengan impacto en los menores y los ayude a corregir su nivel idiomático. La calidad de éstas, se cree, va a ser trascendental, ya que grandes artistas se sumaron al proyecto dispuestos a participar. Entre ellos, Fulanito de Tal, y su gran amigo, Menganito. El primer film dura dos horas y se titula “Tiempos Verbales”. He aquí una la sinopsis:
Gerundio es un joven fracasado dispuesto a modificar sus modos. A pesar de no haber vivido un pasado simple, es la primera persona en partir en búsqueda de un futuro perfecto. No obstante, la tarea se torna muy difícil. Si Gerundio hiciera o hiciese amigos, le sería más fácil, pero la gente le teme por su carácter imperativo. Es entonces cuando una mujer promete ayudarlo, mientras él se proponga ser más amable. Esta amiga condicional poco a poco se enamora de Gerundio y le enseña algo que todavía no sabía: AMAR. “Tiempos Verbales” es la primer película de este nuevo género tan singular.
Título: Tiempos Verbales (AKA “El Pequeño Sueño de Timmy”)
Duración: Dos cajas de Pochocho
País: Mozambique
Año: Nuevo
Color: Fluor

jueves, 27 de marzo de 2008
Tim Minchin: Inflatable you

lunes, 24 de marzo de 2008
24 de marzo: Reflexiones
El Proceso de Reorganización Nacional (PRN) se propuso ponerle fin al interminable caos social generado por el débil gobierno de Isabel Perón. Los empresarios tenían miedo por su seguridad y sus intereses, y la sociedad terror ante la violencia reinante. Fue entonces cuando Videla y otros militares tomaron el poder, conduciendo al país a un período de tortuosa represión de Estado y un inmenso estancamiento económico.
A pesar de ser poseedores de una excelente memoria para olvidar, los argentinos (o por lo menos, algunos argentinos) recordamos esta fecha no por sus desastres económicos sino por sus acciones hacia la sociedad. Miles de inocentes partidarios de la democracia fueron secuestrados y torturados en centros clandestinos de detención. Comunistas, peronistas, estudiantes, artistas, subversivos, mujeres, amas de casa, ancianos y hasta vos mismo podían faltar de sus casas de un día para el otro. La tortura y la represión eran moneda corriente en un pueblo con pánico, sin libertad de expresión, que debía hacer oídos sordos a los reclamos por igualdad del vecino de al lado si no quería desaparecer.
No resulta difícil presentar casos de semejante magnitud trágica (y bastantes de ellos están recompilados en el NUNCA MÁS). El 24 de marzo es el "Día de la Reflexión". Sin embargo, me parece una idiotez que tanta gente haya sufrido, haya muerto, que tantas familias hayan perdido a sus hijos, que tanto terror a abrir la boca haya servido para que nosotros, los jóvenes, podamos dormir hasta tarde un día más.
Creo que esa es mi reflexión del 24 de marzo. Detesto la ignorancia en la que casi todos se ven envueltos por no saber qué ocurrió un día como hoy hace 32 años atrás. Odio la idea de que saquemos provecho de eso viendo tele hasta la madrugada. Para mí, el 24 de marzo todos tendríamos que ir al colegio y se debería llevar a cabo una jornada especial, que enseñe a los alumnos lo que pasó, y donde ellos puedan expresar sus opiniones a través del arte, ya sea escribiendo, pintando, con música o incluso filmando cortometrajes, para estar más unidos y celebrar que vivimos en democracia. Estoy orgulloso de que las Abuelas de Plaza de Mayo hayan sido abuelas de verdad, con coraje, que sin miedo se pararon frente a la Casa Rosada exigiendo saber el paradero de sus nietos. Amo saber que se hizo justicia y que somos el primer país que enjuició a sus dictadores. Disfruto sabiendo que no va a pasar nunca más, que ir a votar no es un trámite y que merece otorgarle otra importancia. El 24 de marzo me hace sentir tan contento de ser argentino...

miércoles, 19 de marzo de 2008
Divague (muchas ideas inconcretas en parrafitos cortos)

Diane Arbus
La fotografía de Diane Arbus, según lo que pude entrever, retrata puntualmente a los más marginados de la sociedad americana de los 60's/70's. Habitualmente enanos, gigantes, travestis y atracciones de circo, miran fijo a la cámara, estableciendo un contacto directo con nosotros y expresando su dolor. También así lo hacen los "normales", las personas politically correct de la época, a quienes Arbus transforma en monstruos, exhibiendo claramente las imperfecciones de sus caras. El resultado es, para nosotros, una sensación de vergüenza, incomodez y a veces lástima. Sin embargo, están quienes objetan que solo los "normales" eran los tristes, y que los "anormales" en realidad estaban seguros de sí mismos.
Lista
Tengo ganas de hacer una lista en este blog. Algo como "las 20 cosas simples que jamás voy a ver en mi vida" o algo por el estilo. Sería divertido. Es una promesa de la que ustedes son testigos (dejen de leer Café Insomnio si no lo hago pronto).
Pol Pot
A través de la historia existieron más dictadores de los que creen. Uno de ellos se llamaba Pol Pot. Gobernó Camboya por cuatro años, dejando un saldo de más de dos millones de muertos. El por qué (si es justificación) reside en su idea de eliminar los vicios occidentales para abrir paso a un comunismo total. Lo que más me llama la atención, es que entre tanta gente que podía ser considerada subversiva, estaban los que usaban anteojos. Sí, como yo.
Teatro Bar del Locutorio (donde pronto me van a ver haciendo Stand Up)
El teatro es angosto y chico. Las paredes son rojas intensas, aunque parecería que al no haber un show llevándose a cabo, alguien hubiera decidido apagarlas. Sobre ellas cuelgan algunos cuadros (recuerdo uno de Marylin Monroe y haber leído las palabras MEIN KAMPF en alguna parte). El escenario no tiene lugar para más de dos personas (capacidad justa para nuestra disciplina) y posee un telón rojo, color que predomina hasta en las sillas. No corre mucho el aire y en el fondo existe una barra llena de bebidas alcohólicas.

sábado, 15 de marzo de 2008
Cantaloupe Island

jueves, 13 de marzo de 2008
Jorge Guinzburg y la "compasión" de los jóvenes
Hacer una lectura extensa y sin pausas de mi blog, presenta ciertas dudas sobre mi personalidad, así como también me atribuye ciertas facultades y sentimientos que antes tal vez pobremente había expresado. Aún más, el lector encuentra el hueco en la cerradura que permite entrever mi ideología. Uno de mis disgustos expuestos es el horror que le tengo a la generación en la que me tocó nacer. La tanda de argentinos que tiene que revertir la situación actual, pero que intelectualmente es paupérrima y tiene poca iniciativa. Mejor dicho, los que creen que lo mejor en verdad está a la vuelta de la esquina (perdón Judy Garland, pero a veces tus líneas no fueron de las más recomendables).
Llegué a mi casa y las imágenes transmitidas por tv cumplían mi predicción. Todos los canales mostraban fotos en diapositivas con canciones de fondo, algunos videos y fragmentos de su programa, en homenaje a Guinzburg. Incluso, se habían editado ciertos documentales que ese día (o el siguiente) iban a ser televisados. No me disgusté, aunque no sé si este tributo fue el mejor. De cualquier manera, no sé exactamente qué es lo que tiene que tener un homenaje, pero definitivamente figuro las cosas que no debe tener.
De chico frecuentaba restaurants y bares con mi familia, y a la hora de irnos, sacaba las monedas que mi mamá había depositado para la propina y me las metía en el bolsillo. Lo que quedaba en la mesa (junto a platos sucios, copas y algunos sobrecitos de azúcar desparramada sobre el mantel) eran unas míseras monedas de 10 centavos. Al verme feliz con lo que había recaudado, mi mamá directamente quitaba las monedas restantes y también me las otorgaba.
Prendí la computadora y pronto me conecté al messenger. Esta vez mi asombro fue grande. Mitad de mis contactos, mitad de mi generación, lucía un pequeño arcoiris delante de sus nicknames. Fue deprimente. Este era el homenaje que los jóvenes se conformaban en rendir, unos pequeños arcoiris y la sensación de haber hecho el bien. Un par de teclas, confiaban ellos, eran necesarias para poder sacar boletos al cielo y quemar los del infierno.
-Keko, ponete un rainbow al principio de tu nick. Si 2,000,000 de personas lo tienen, Guinzburg revive.
-¿Vos decís?
-Y... con Victor Sueiro nos salió.
No hice caso. La situación me remitió a cuestionarme: ¿por qué justo un arcoiris? Pensarlo fue una tarea exhaustiva.
a) Jorge Guinzburg usaba calzoncillos de colores
b) Jorge Guinzburg era de colores
c) Jorge Guinzburg era un apasionado por los arcoiris
d) No se me ocurrió nada más
Ninguna de las opciones parecía tener sentido. El homenaje mediocre tampoco. Se parecía más a un insulto que a la necesidad de rendirle honor. La generación prefirió seguir organizando su vida a base de la nada y olvidó que las teclas "(R)" continuaban presentes en las conversaciones.

martes, 11 de marzo de 2008
Un poco de Stand Up para los estudiantes (entrada informal)
-Chicos! No saben bolóóó!! Hoy es feriado en República del Congo, se celebra el día de la Conga!!!
-... [pausa] Justo, yo justo hoy tenía esa duda...
Y lo peor de todo, el discado directo internacional. Yo entiendo que para algunos sea necesario, pero ¿QUIÉN VA A LLAMAR A SRI LANKA? ¿Y A MALAWI? Una buena agenda sería una que se completara sola, como las del 3047. Yo este año trato de usar una en el colegio. Mi problema es que, por ejemplo, hoy es martes y me dan tarea para el jueves. ¿Dónde tengo que anotar la tarea? ¿En el martes o en el jueves? Al final nunca termino haciendo nada. Lo peor es que hasta que agarro la mochila, saco la agenda, abro ese cierre de mierda que tiene, busco el mes correcto (que encima está en portugués, vaya uno a saber por qué) y me decido en qué día escribir, ya me olvidé completamente lo que tenía que anotar. Eso me está transtornando mucho. A veces siento que mi vida es onda Truman Show y está todo detalladamente planeado. Como cuando almuerzo en el colegio. Preparan comida como para alimentar a un batallón, la traen en unos platos gigantes y la depositan ahí para servirte. Pero justo, justito, justo cuando te toca a vos, jussssto ahí: "No, nos nos quedó más. Vas a tener que esperar." AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. Igual yo nunca tuve problemas en esperar. Nunca. Una vez, cuando era chiquito, me quedé esperando a Papá Noel en la cuadra de mi casa (qué tierno). Estábamos en Junio (qué pelotudo). Lo re amaba a Papá Noel, pero lo feo es cómo me enteré de que no existía. Después de aquella navidad del 95', vi la filmación que mi tío había grabado. En mi caso Papá Noel no eran los padres... era mi abuela. Estábamos todos viendo el video y ahí me di cuenta...
-Mami, Papá Noel tiene el pelo igual al de la abuela.
-Emm... es que... es que... es que tu abuela es muy top y Papá Noel le copió el peinado.
-Ahh... [me quedé pensando 2 minutos] Mami, Papá Noel se la come?
Pero piénsenlo un segundo. Éramos todos re boludos, déjense de joder. Caminábamos por Cabildo y en una esquina había un Papá Noel, caminábamos dos cuadras más y había otro Papá Noel, pero más flaco y con el traje de una tela más berreta. En conclusión, no compren más agendas y no crean en cuentos de nenes.
Firmado: Melchor (Rey Mago)

martes, 4 de marzo de 2008
Más sobre el Aula 013
Creo haber dicho ya en la entrada anterior que nuestra clase funcionaba como un depósito de material de geografía. Una vez que empezamos nuestro nuevo año, encontramos entre los restos del imperio de Mr Foot un viejo globo terráqueo que el tiempo había partido en dos, separando el hemisferio norte del sur. Fueron las chicas quienes tuvieron la idea de darle cierto sentido y utilidad.
Es un globo terráqueo roto casi perfectamente en el Ecuador, y al tratar de unir las dos piezas, la de arriba siempre se desliza hacia atrás. Pegarles papeles triangulares que simulan dientes a las dos partes fue suficiente para dar el efecto de una boca. Dentro del globo hay una especie de tubo que antes servía de soporte. Lo atravesamos por un pedazo de cartulina roja, que da la sensación de una lengua. Clavamos un chinche en medio, como si fuera un piercing. En la coraza exterior, también pegamos dos papeles que hacen las veces de ojos. El resultado es un mundo con una boca abierta completamente, simbolizando la hambruna mundial. El piercing representa a los tiempos modernos. Lo llamamos CARNAR.
En dos rincones de la clase, hay dos armarios finos y altos. Según nuestras pericias, allí se encuentran los cuerpos de los miembros desaparecidos del staff. En uno Jason y Mermoz, y en el otro Dolores Poole y Carla Horton. Están cerrados con llave, así que no sé sobre la situación que ellos están viviendo ahí dentro. Por las dudas, todos los días nos ocupamos dos veces (a la mañana y después del almuerzo) de acercarnos al armario de los hombres y vociferar: "Estamos todos, hoy no hay ausentes" o "Faltó Sophie" o cualquier otro tipo de parte para que Jason, si está vivo, siga trabajando y no se aburra.
Ahora nuestro próximo proyecto es etiquetar todos los objetos y cosas que hayan en la sala. Pizarrón, banco, silla, banco, silla, armario de hombres, armario de mujeres, Carnar, cartelera, mesa del profesor, ventana, piso, pared, ventilador, estufa etc.

lunes, 25 de febrero de 2008
Mi primer día en Lingüística.
Elegir Lingüística entre las tres opciones no fue difícil, y mi nueva tutora (cuyo apellido desconozco, pero sé que se llama Andrea y que es mi profesora de Literatura) me hizo explicarle por qué. Argumenté que la ciencia tenía una especial crueldad para evadirme, y que yo me quería convertir en periodista. Además, dije, las clases de Drama me servirían para mi curso de Stand Up. Andrea simuló entender qué es el Stand Up, no hizo pregunta alguna y habló con otro de mis compañeros. Se acomodó los anteojos y se predispuso a pensar algún comentario irónico que arremetiese con la excitación del primer día. Según pudimos notar, recurre mucho al sarcasmo, tal vez para caernos bien o tal vez para que le tengamos respeto, pero una vez que ya habíamos entrado un poco en confianza, empezamos a hablar de la entrega de los Academy Awards. No fue una conversación importante, pero nos sentimos más cómodos. Nuestra aula es la 013 y está al lado del patio. No tiene televisión ni computadora, apenas una vieja estufa y un tacho de basura que encontré abandonado en el recreo. Los bancos son pocos, pero los necesarios para que los 9 podamos estar sentados, y atrás nuestro yacen algunos muebles con libros de Geografía que pronto nos van a quitar. La cartelera está vacía y al principio al menos exhibía una foto que alguien colgó el año pasado, pero alrededor del cuarto recreo también la foto abandonó el aula 013, acompañada de quien la tomó.
Mis demás amigos se repartieron entre Science y Humanística. El aula de H es la misma aula que la que habitábamos S4A, así que cuando mi Set de Language me obligó a ir allí, me senté en el banco que ocupé durante todo el año pasado. Le expliqué a mi amigo las artimañas de la ventana para abrirse y cerrarse, y eso me hizo sentir que todo aquello me pertenecía y estaba en mi casa.
Almorzamos todas las orientaciones juntas (excepto por un día). Ya copié el horario, y las materias que tuve hoy me gustaron. En especial la clase de filosofía, que a casi todos les pareció densa y aburrida. La clase de música es de un abordaje difícil también. Confío en que si me organizo como corresponde y modifico algunos errores que espero haber dejado atrás, me puede ir muy bien. Por eso este año cuento con una agenda y reemplacé a las carpetas por los cuadernos, que encuentro más prácticos. S5L parece ser interesante...

miércoles, 13 de febrero de 2008
Volver... con la frente marchita...

Mi familia alquiló una casa en un country (precisar cuál no hace a la cuestión) en la que estoy casi toda la semana, alternando con nuestro departamento en Belgrano. La casa es muy grande, la fachada se ve de ladrillos blancos, vidrios y tejas azules, aunque por dentro es de madera y ladrillo también. Tiene muchas habitaciones, que cada una aloja a algún pariente, pero yo voy a hacer hincapié en la mía. Es cierto que pasar los días en Pilar me aleja un poco de todo el movimiento de la ciudad (no sé hasta qué punto esto puede ser positivo o negativo) pero no me hace sentir aislado, ya que observando desde la ventana de mi dormitorio es donde más me siento en contacto conmigo mismo. Mi habitación es simple, con dos camas, un escritorio y una ventana, así que, si no fuese tan calurosa, sería perfecta. En una de las camas yace desparramada casi toda mi ropa, junto a mi mochila y muchos almohadones que de cómodos no tienen nada y de decorativos menos. Casi pegado a la otra cama, la que uso para dormir, está el escritorio, que da justo contra la ventana. Tiene, también desordenados, muchos libros y papeles. Cuando estoy cansado de escribir, levanto la vista y veo a los pájaros dando saltitos por entre el jardín, combinados con un árbol gigantísimo que con ayuda del viento deja caer muchísimas hojas a la pileta (a la que casi nunca me meto).
Mayoritariamente, leo en el jardín, escribo en mi dormitorio, y veo películas en el living. Casi todas son clásicos. Hoy compré en el centro una de Audrey Hepburn y Cary Grant que pronto espero ver. También compré una biografía suya.
Sin embargo, si tengo que elegir el mejor libro que leí en este verano, es Adiós a Berlín, de Christopher Isherwood. Para los noctámbulos lectores de mi blog, les cuento que por fin lo pude conseguir, pero no sino a través de Internet, enviado desde Santa Fe. Es una novela trascendental, que no logro entender cómo no tiene publicaciones más recientes. Marca el Berlín de principios de los 30's, decadente y atrevido, abriendo paso para Hitler y los Nazis. Aun así, lo que más me impactó del libro es lo similares que son los personajes de Sally Bowles y Holly Golightly (de Breakfast at Tiffany's), y también lo parecidas que son sus relaciones con el narrador. Pronto prometo escribir un ensayo de esto y expandir. Ahora, no más pienso en arreglar mi cama y acostarme. Adiós.
